Hoy coinciden tres cuestiones que, en parte, explican las dificultades que atraviesa Catalunya, su autogobierno y sus anhelos de más derechos nacionales. Como cada 15 de octubre, conmemoramos y recordamos el fusilamiento del president Companys, víctima del franquismo. Hoy, Artur Mas, president de la Generalitat, está llamado a declarar frente al Tribunal Superior de Justicia de Catalunya, imputado por el referéndum del 9-N. Una causa judicial con escasa base jurídica, y políticamente un grave error. Y hoy, en el Senado, se aprobará la Proposición de Ley de Reforma de la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional. Una reforma que no presenta el gobierno sino el PP, la última Ley de la legislatura y que no cuenta con ningún otro apoyo que el de la mayoría absoluta de ese partido. Una reforma cuyo objetivo es hacer intervenir al Tribunal Constitucional, mediante sanciones, en los problemas que, como el catalán, solo tienen solución política.
Hoy todo empeora en el conflicto de relaciones entre España y Catalunya.
Mi última intervención para defender las enmiendas de ICV al Proyecto de Ley de Inmunidades y Privilegios de Representantes y Delegaciones Extranjeras en España. Aprovecho para despedirme del Senado. Después de más de 11 años, finalizo mi mandato parlamentario. Dejo el Senado y cualquier otra actividad institucional. Se acaba una etapa de mi vida, lo que siempre produce cierto vértigo.