Artículo publicado el 23 de septiembre de 2014 en el blog de la Fundación Alternativas en el diario El País.
La crisis económica europea parece haber exacerbado el euroescepticismo, a la luz de los resultados electorales de las elecciones de mayo de 2014 y de la evolución de las encuestas del Eurobarómetro desde 2007. Sin embargo, esta evolución parece vincularse no sólo a la evolución de la crisis económica europea sino a la evolución de los distintos malestares democráticos nacionales.
Gráfico 1. Beneficio de pertenecer a la UE
Fuente: Eurobarómetro n.67-79. Comisión Europea.
Una primera conclusión del análisis de las encuestas del Eurobarómetro realizadas entre 2007 y 2013 nos puede llevar a pensar que si bien la evolución de la imagen de la UE y la confianza en sus instituciones ha sido paralela en los cuatro grandes países de la zona Euro -respondiendo a una misma tendencia general europea-, la evolución en el apoyo a la pertenencia del propio país a la Unión -así como el balance de beneficios de pertenecer al club comunitario- parece estar relacionada con la evolución de la economía nacional, la percepción del rol del propio país en la dirección del proyecto europeo y las consecuencias que ha tenido la actual crisis en los sistemas democráticos nacionales.
Los alemanes, por ejemplo, parecen haber recuperado su imagen positiva de la Unión y la percepción
de que la pertenencia a la UE les conviene e incluso les beneficia como país desde finales de 2011, a medida que su economía se recuperó de la recesión de 2009 y vieron reforzado el liderazgo europeo de la canciller Angela Merkel. A pesar de ello, siguen desconfiando de unas instituciones que no están suficientemente controladas democráticamente.
Los franceses, por su parte, parecen vincular su euroescepticismo a la percepción del rol del liderazgo europeo que ejerce su presidente y a la pérdida de soberanía nacional. Los franceses no estaban satisfechos con la posición subordinada del presidente Sarkozy en el tándem franco-alemán y esperaron que el nuevo presidente François Hollande reequilibrara el eje en favor de Francia. La percepción que este reequilibrio no se ha producido -ni se producirá- ha conllevado una profundización del euroescepticismo francés.
Por el contrario, la opinión de italianos y españoles parece evolucionar en función de si se sienten ciudadanos europeos con capacidad de influencia o ciudadanos de "democracias intervenidas" subordinados a las decisiones tomadas desde Bruselas. El incremento del euroescepticismo italiano y español parece ir muy vinculado a dos fechas muy concretas: mayo de 2010, cuando el Consejo Europeo obliga al gobierno español a aceptar y tomar medidas de disminución drástica del gasto público para contener el déficit y el nivel de endeudamiento; y noviembre de 2011, cuando Merkel y Sarkozy provocan la caída del gobierno Berlusconi e impulsan la formación de un nuevo gobierno técnico encabezado por Mario Monti.
Podemos concluir que el descenso del apoyo utilitario y afectivo a la Unión responde a tres procesos distintos en los que subyace un fuerte componente democrático: enFrancia responde a un profundo "malestar nacional" -previo a la crisis- por la pérdida de soberanía; en España e Italia son consecuencia de un nuevo "malestar democrático" generado por la sensación de vivir en una "democracia intervenida" por la UE; y enAlemania son consecuencia de un cierto "desconcierto democrático" debido a la conciencia de que las instituciones comunitarias actúan sin mandato democrático claro. Es decir, el incremento del euroescepticismo sólo se explica por la conjunción entre crisis económica y crisis democrática.